Cuando una marca tiene éxito, enseguida le salen imitadores y competidores para poder vender el mismo producto. Algo parecido está pasando con los cogollos de Tudela, una simple lechuga que ya se empieza a ver en todos los hipermercados precisamente con este nombre.
Sin embargo, cuando los turistas visitan los mercados de Tudela y alrededores, se dan cuenta que este producto, no tiene nada que ver ni con el tamaño, ni con el sabor, ni con el color o el olor al de otros lugares. No es de extrañar que proteger esta variedad autónoma de La Ribera del Ebro en Navarra sea una prioridad para las autoridades y sus semillas sean las más cotizadas.
Como curiosidad y para los que no conocen las características de esta variedad de lechuga, podemos observar que, al limpiarla, debemos quitar todo lo verde del exterior hasta que aparezca un color más amarillento y encontrar la parte más prieta que es justamente lo que llamamos el cogollo.
Los cogollos de Tudela pertenecen a la variedad “Lactuca Sativa” suelen tener unos 10 centímetros de altura, tienen hojas fuertes, su aspecto es parecido al del repollo y su mejor época para consumirlos es con el frío porque su crecimiento es mucho más lento y se concentra más su esencia y sus propiedades gastronómicas.
Las características más importantes son su sabor un poco más amargo que otro tipo de lechugas, su bajo aporte energético ideal para dietas adelgazantes con aporte de vitaminas, minerales y fibra.
Los cogollos de Tudela es un producto de alta calidad y asequible a cualquier bolsillo, cuando hay mucha producción, podemos comprarlo a 30 céntimos la unidad.
Alta cocina, preparación y consumo:
Es importante que una vez partidos los cogollos se laven bien para eliminar restos de tierra escurriéndolos a continuación, bien sacudiendo o dejando en reposo hasta que se valla el agua acumulada.
Otra de las ventajas, es que no hace falta añadir ningún tipo de complemento como haríamos con cualquier otro tipo de ensaladas; si se parte el cogollo en cuatro partes y con un poco de sal, aceite virgen de oliva y vinagre, es suficiente para presentarlo.
La forma más tradicional de consumirlos es servirlo en varios trozos, aliñado con vinagreta y una anchoa por encima de cada partición.
Para evitar la oxidación con el contacto del aire es recomendable partir los cogollos antes de servirlos de esta forma, conseguimos más aporte de sus vitaminas.
La mayoría de los expertos culinarios coinciden en que la receta tradicional es la mejor, aunque también liga muy bien como acompañamiento a cualquier guiso o asado como desengrasante. Otra opción es utilizarlos como guarnición al pescado o la carne.
Si buscamos por Internet más recetas, a simple vista, nos damos cuenta que no hay mucha variedad en la forma de preparación, la mayoría de las veces y al ser un producto de primera, el propio cogollo puede ir acompañado con un sinfín de productos como: Aceitunas, anchoas, salmón, bonito, pimiento del piquillo, huevo duro, tomate feo de Tudela, queso navarro, langostinos, mejillones o también con espárragos de la ribera de Navarra o como cóctel de gambas.